domingo, 28 de abril de 2013


Nubes de Mayo (Mayis Sikintisi) es el segundo largometraje de Nuri Bilge Ceylan. Fue estrenada a nivel mundial en el Festival de Berlín en el año 2000.

Un joven cineasta, Muzaffer, regresa a su pueblo natal con la intención de rodar una película. Se aloja en casa de sus padres, y se deja llevar por las pequeñas situaciones domésticas, las preocupaciones de su padre, los fracasos de su primo y los deseos del pequeño Ali, un niño que encarna para M. su propia infancia. Todas esa historias del pueblo circundan como pequeñas melodías al tema principal: la búsqueda de inspiración, el solitario y tedioso proceso creativo de M., una persona que parece estar tan obsesionada con su deseo de rodar que no mide aquello que va generando a su alrededor.     

En Nubes de Mayo -como en otros films- Ceylan no trata de sugestionarnos ni persuadirnos acerca de la consistencia de sus historias mediante recursos como la música o un ritmo sin pausa en los relatos. Lo mismo que en Climas, aquí la música es un recurso escaso. Abunda el sonido ambiente (la hojarasca, las ramas de los árboles que se mecen suavemente, el canto de los pájaros, un perro que ladra en la lejanía) que crea en el espectador antes que un vacío o una distancia, una sensación de proximidad tal que con la luz y el color producen un arrobamiento poético a la altura de los grandes clásicos del cine.

Da la sensación que este film es -en algún sentido- un manifiesto del tipo de cine que Ceylan está haciendo en ese momento, un cine de resistencia. En efecto, Nubes de mayo se parece a la película que -quizá por falta de presupuesto- concibe y realiza Muzaffer, un film deliberadamente artesanal y con miras a restablecer lo que Ceylan considera la cualidad más importante del cine, a saber: su dimensión espiritual.

Creo que Ceylan le pide al espectador una disponibilidad para entregarse a sus tiempos, a sus personajes no siempre amigables y -aunque parezca cómico- la capacidad de soportar ese leve aburrimiento que pueden generar al comienzo sus películas. El mismo, en una entrevista allá por el 99, trata de darnos coraje diciendo: “El aburrimiento es necesario al hombre. Veo con sorpresa que ciertos filmes que me habían aburrido, se han convertido en las películas de mi vida”. Así, como rito iniciático a su obra, Ceylan nos invita a superar el aturdimiento al que el cine industrial nos tiene acostumbrados. Yo, por mi parte, lo acepto.

Paula Sch



Muzzafer en la noche



Emin trabajando



Muzaffer aburrido




Fatma preparando la comida




domingo, 21 de abril de 2013


La cuestión humana (2007). Dirigida por Nicolas Klotz y guionada por Elisabeth Perceval en base a la novela de Francois Emmanuel, La question humaine.


Simon Kessler es psicólogo y trabaja para una multinacional, cuya casa matriz está en Alemania. Trabaja en Recursos Humanos y sus responsabilidades fundamentales son la selección de personal y la organización de seminarios para ejecutivos. Ha tenido una exitosa participación es la última reestructuración, en la que se produjo la desvinculación de aproximadamente 1200 empleados. Al comienzo del film, Kessler es citado al despacho del Subdirector General, Karl Rose, quien le encomienda una tarea secreta. Esta misión llevará a Simon no solamente a conocer en profundidad quiénes son y de dónde vienen los principales ejecutivos de la compañía, sino también a replantearse su propia vida, su trabajo y su identidad.

El film tiene la virtud de llevar a la pantalla una profunda reflexión acerca del lenguaje, la técnica y la cuestión humana. La neutralidad del lenguaje de la técnica es asociada con el horror, y la novela de Emmanuel trata de desenmascarar su persistencia en la planificación empresarial: reestructuración (Umstrukturierung), reinstalación (Umsiedlung), reconversión (Umstellung), deslocalización (Delokalisierung), selección (Selektion), despido técnico (technische Entlassung), son términos que aparecen en los Manuales de psicología organizacional, pero también en los informes de planificación para el exterminio en pleno nazismo.

Los personajes están fantásticamente encarnados y las actuaciones son excelentes. Monólogos en primerísimos planos muestran el talento especial del director para traducir en imagen los complicados textos de la novela. Asimismo los espacios lóbregos y de obsesiva geometría, además de los aterradores paisajes industriales sirven para ambientar el frío y cotidiano mundo empresarial.

Finalmente, Klotz se toma la libertad de profundizar en la vida íntima de Simon, lo que le permite mostrar al espectador su propia reflexión sobre el presente y la manera en que ese lenguaje deshumanizado de la técnica ya ha traspasado los límites de la fábrica. La desolada vista del después de la Rave en donde mujeres en delantal limpian los vómitos (Schmutz), recogen ropa y amontonan zapatos extraviados,  la triste visión de esos cuerpos en el piso, casi sin nombre, devastados por la química y el aturdimiento, muestran el después de uno de los rituales contemporáneos que trasmutan los seres humanos en eso que el sistema necesita: Stücke (piezas).  

domingo, 14 de abril de 2013


Con gusto a rabia  (1965) es una película del prolífico Fernando Ayala.

El largometraje gira en torno a un hecho histórico: el asalto al Policlínico Bancario por parte del grupo Tacuara que tuvo lugar el 29 de agosto de 1963. A través de esta historia, Ayala reflexiona acerca de quiénes eran y de dónde venían esos jóvenes capaces de tomar las armas por oscuros ideales.

Diego (Alfredo Alcón) es un joven sencillo, oriundo de Salta y estudiante de medicina. Por las noches, canta folklore en una peña. Se trata de una persona triste y, al mismo tiempo, atravesada de un odio sordo hacia un presente que no comprende. Ávido por cambiar la realidad, forma parte de un grupo de extrema derecha en la firme convicción de que es necesario restaurar los antiguos valores nacionales.

Diego conoce a Ana (Mirta Legrand), una mujer perteneciente a una familia patricia casada con un poderoso empresario. Ambos comparten la nostalgia del pasado, y la impotencia ante una clase emprendedora que -en nombre del progreso- arrasa con todo lo que fue -encarnada precisamente en Ramón (Jorge Barreiro), el marido de Ana. Ayala deja ver que ese matrimonio es al mismo tiempo la muerte y la única posibilidad de salvación de la familia de Ana (imagen de la manera en que la antigua aristocracia agro-exportadora se recicló en una burguesía financiero-industrial).

El amor adúltero de Diego y Ana, cuyos encuentros se producen en una vieja casona vacía y abandonada -como sus propias existencias-, será fatal para Diego el poner en jaque aquellas convicciones que parecían tan férreas.  

Brillante es el cruce de esa historia amor en el marco del conflicto social y político de una Argentina golpeada, proscripta y que comienza a ver en la violencia la única solución posible. El blanco y negro y la música de Astor Piazzolla producen no pocos cuadros realmente bellos.    


Paula Sch

domingo, 7 de abril de 2013


Como una imagen (Comme une image) es el segundo largometraje de la multifacética Agnés Jaoui (actriz, cantante, guionista y directora de cine). Obtuvo el premio al mejor guión en el Festival de Cannes del 2004.

Lolita es la hija de un escritor consagrado. Quiere ser cantante lírica, pero sufre profundamente por un amor no correspondido y por la indiferencia de un padre egoísta. Su dolor, sus sueños, el amor por la música y por su profesora de canto constituyen una perla en el desierto de la fría competencia, los intereses mezquinos y la falsedad del mundo artístico postrado ante el becerro de oro.

Jaoui pinta un cuadro del ambiente editorial, atravesado por la envidia, la traición y donde los que ingresan necesariamente pierden aquello que los había llevado a escribir: su alma. Cassard -escritor y editor- es la imagen del artista talentoso y reconocido: casado con el prototipo finisecular de mujer bella, en busca del negocio editorial  aunque extrañado porque ya no escribe. Silvia -la profesora de canto- está entre el mundo de Lolita y el de su padre: al principio subyugada por la notoriedad de Cassard, se irá dando cuenta de cómo funciona ese mundo y qué tipo de personas lo habitan. 

Las distintas escenas con suprema sutileza y no sin un dejo de humor van construyendo estos caracteres tan particulares. Se destaca la actuación de Jean-Pierre Bacri. Sin embargo, lo más cautivante de este film es la música, porque no sólo acompaña magníficamente las imágenes, sino que en esta historia será la grieta a través de la cual Lolita podrá trascender una existencia nulificante y opresiva y ser de otra manera. 

Paula Sch

martes, 2 de abril de 2013


Elena (ELENA) es el tercer largometraje del director ruso Andrei Zvyantiev. Obtuvo el reconocimiento especial del Jurado en el Festival de Cannes de 2011.
  
En tiempos de la perestroika, los jóvenes de este lado solíamos escuchar un famoso tema de Sting que rezaba “los rusos también aman a sus hijos”. ¡Y vaya si Elena –la protagonista del film- los ama! Tanto que ante sus actos, como ante los de la mujer de Menelao, Zvyantiev nos deja con el juicio suspendido.

Elena vive en un descolorido y lujoso departamento en Moscú, idéntico a otros miles de su condición en una ciudad cualquiera del mundo globalizado. Desayuna en silencio con su esposo (Vladimir), mientras se escucha de fondo un programa de preguntas y respuestas o quizá un patético reality show. Su vestimenta sobria y el pelo recogido, nos retrotraen a un estilo femenino ajeno a las modas del mundo capitalista, que seguramente en la ex Unión Soviética ha perdurado hasta la madurez de Elena.

En medio de un paisaje suburbano, de las monumentales ruinas de lo que parece haber sido una central atómica (signo indiscutible el antiguo poderío ruso), en un raído monoblock del antiguo barrio obrero, vive el hijo de su anterior matrimonio (Sergei) con su familia, arrojado en la desocupación, la marginalidad y la pobreza -regalos que la caja de Pandora del capitalismo llevó consigo a las tierras de Dostoiewski. Elena teme porque su nieto Sasha –no pudiendo acceder a la Universidad por sus malas calificaciones- sea destinado al Ejército. Es así que -como una heroína trágica- asumirá sobre su cuerpo y su alma la “salvación” de su familia. Sin embargo, el sentido final de sus actos quizá esté develado de antemano en las palabras que la bella y perdida Katerina le dice a su padre moribundo.



Paula Sch