martes, 26 de septiembre de 2017

La Amante de Mohamed Ben Attia

Ese acontecimiento que muchos contemplamos con entusiasmo y otros con cautela; que, bajo la forma de la manifestación popular, resonó en el mundo occidental como la Primavera árabe; ese fogonazo en la noche que vibró en nuestros corazones; ese acontecimiento es la antesala de esta historia de amor que transcurre en Madhia-Kairuhán, una hermosa playa tunesina. Como Egipto, Tunes fue protagonista de ese gran chispazo cuyo fuego fue devorado por la oscuridad y, en algunos casos, utilizado por las fuerzas subterráneas para organizarse, cambiar de forma e intentar hacerse nuevamente con el poder. Sin embargo, como pura resonancia esos hechos se alojaron en el alma de jóvenes como Hedi, y en una extraña alquimia que mezcló paisaje, soledad y tedio, revivió bajo la forma más intimidante para un hombre y una mujer: el deseo.





Entre el agobio del hogar materno y el vacío de ese hotel a orillas del Mediterráneo, Hedi recorre solitarios y oscuros caminos de duda e incertidumbre. De un lado, el pesado mundo de las tradiciones, las ceremonias, la inminente boda, la dote, los trajes típicos. Del otro, el capitalismo sin mundo en la forma de un hotel refrigerado donde la música pop se canta en alemán y los turistas reciben clases de salsa dadas por una joven tunesina. Entre uno y otro extremo la línea de fuga de Hedi empieza a reavivar una nostálgica brasa de aquella la primavera de la que fue testigo... Joven pero ya nostálgico, Hedi busca sin saberlo la forma de mantenerse fiel al acontecimiento... Enamorarse de una empleada del hotel que también está buscando trazar ese derrotero de fuga y libertad significa para él vivir durante días y días en la frontera del ayer y el mañana, del mundo sobrecargado de sentido y un mundo sin formas e indiferente. La película es el despertar de Hedi, un joven deslumbrado por una mujer que con su vitalidad es capaz de abrir en su corazón la boca del deseo, cuya forma tendrá que inventar. Ambos viven el amor, que no es otro cosa que ese instante, como dice el filósofo, en el que no se puede distinguir qué es lo más cercano y lo más lejano entre ambos.
Decirlo es sencillo. Mucho más difícil es hacerlo narración cinematográfica y actuarlo tan maravillosamente como lo hace Majd Mastour, en el personaje de Hedi, sobre todo en la escena final.