sábado, 21 de noviembre de 2020

Annemarie Jacir, una invitación

Azarosamente, como se produce todo encuentro amoroso, di con un film que por su título en castellano, Invitación de Boda, hubiera desestimado de inmediato. Sin embargo, me dejé llevar por su procedencia a riesgo de que fuese una de esas tantas comedias que se sitúan en ciudades exóticas para la cultura occidental y que pintan de colores y músicas la misma estúpida situación netflixteana que podría darse con Miami o Helsinki, da igual, como escenario. Expresiones todas de ese falso e hipócrita multiculturalismo que pasa por el lavarropas todas las culturas y las vuelve iguales, planchaditas, pero manteniendo la intensidad del color local para hacerlas parecer diferentes.


Por fortuna, "Invitación de Boda" (Wajib) en nada se parecía a esas bazofias. Dos hombres, padre e hijo, recorren Nazareth en un viejo automóvil para llevar, casa por casa, las invitaciones a la boda de Amal, hija de Abu Shadi y hermana de Shadi. Las mujeres, prácticamente ausentes en el film, son lejanas estrellas en torno de las cuales orbita el mundo masculino y las conversaciones entre padre e hijo. Especialmente la madre de Shadi y ex mujer de Abu Shadi, sin rostro ni voz en toda la película, es un personaje central en la historia. Como una extranjera ha enseñado, acaso a través de métodos no muy felices, al hombre (Abu Shadi) a amar como padre, pero también como madre. Eso hace de Abu Shadi un personaje tierno y algo cómico: un padre atravesado de debilidades, pequeñas y tontas mentiras como ruinas de viejos y derrotados mandatos, concesiones a las diferencias generacionales que sólo puede hacer alguien que ha sabido del riesgo que el amor como apuesta conlleva, y que no se detiene ante minucias. Incluso un conflicto político puede ser desestimado ante lo verdadero de la amistad. En tiempos de grietas, la película trae como regalo de bodas, de uniones, algo de redención.

Annemarie Jacir, mujer, cineasta, poeta. Todas esas cualidades puestas de manifiesto en esta hermosa película de la realizadora palestina. Incluso la sutileza con que Annemarie alude a su posición política respecto del conflicto palestino-israelí en el film, pero también por fuera de la ficción en la elección de los actores.

Por motivos de ASPO/DISPO, queridos amigos y amigas, no podré llevarles a vuestra casa la invitación, pero tomen este texto como un convite a la boda entre ustedes mismos/as y la obra de Annemarie.